Te despiertas y miras el reloj. Son las 12:55 de la madrugada. Vas a la cocina para beber la limonada que preparaste en la mañana, pero te das cuenta que alguien se la tomó. No queda de otra y te dispones a preparar tu limonada. Exprimes el limón en la jarra con agua y luego te das cuenta que no hay azúcar. Son la 1 de la madrugada y sabes que no hay tienda abierta a esas horas. Tocas la puerta del vecino que anda despierto a esas horas porque trabaja de noche escribiendo un novela. Te atiende medio desconcentrado, te inquieta su rara manera de actuar, pero accede a darte un poco de azúcar. Coges la taza de manera nerviosa y te vas muy a prisa. Le agregas el azúcar a la jarra y aunque ya se te fue el antojo te sirves un vaso y bebes. Acto seguido escupes el liquido porque te das cuenta que el vecino te dio sal en lugar de azúcar.